Las claves del triunfo de Cambiemos
Por Fernando Abdo
Todo mensaje es polisémico, se dice. Y las elecciones, por supuesto, son un mensaje que admite siempre diferente lecturas. El domingo a la noche, hubo ganadores y perdedores, festejos y amarguras. Pero un día después, con los números en la mano, es posible esbozar un primer análisis para comprender los resultados. Aquí, algunas claves que explican el triunfo histórico que logró Cambiemos.
Arrieta, ¿perdió?
Es una pregunta capciosa. Por supuesto que frente a Cambiemos, el oficialismo de Cañuelas perdió por primera vez en 10 años. Sin embargo, medido consigo mismo, al arrietismo no le fue tan mal. Si a los dirigentes de Unidad Ciudadana se les hubieran mostrado sólo sus números, sin ver los de sus rivales, seguramente hubieran festejado. El domingo, la lista de Malena Reimer consiguió 1.156 votos más que en las PASO de Agosto. Logró reducir a más de la mitad el corte en contra que tuvo de algunos votantes de CFK y consiguió casi exactamente los mismos votos con que Gustavo Arrieta ganó las elecciones en el 2015. Es decir, que por allí no se perdió un solo voto.
El arrastre
Las claves entonces hay que buscarlas por el lado del crecimiento de Cambiemos, que entre el 2015 y ayer sumó casi 4 mil votos. Al respecto, hay una cuestión insoslayable: el correlato entre los resultados nacionales y provinciales y los números locales. El llamado “arrastre”.
Esto no es un demérito de los candidatos locales: de ese arrastre se favoreció muchas veces el kirchnerismo, y el massismo, que en el 2013 por ejemplo logró nada menos que tres bancas gracias a los votos de Sergio Massa. Ahora le tocó a Cambiemos: el crecimiento de votos entre las PASO y el domingo refleja como un espejo lo que pasó en la Provincia con la boleta de Esteban Bullrich.
La polarización
De la mano de lo anterior, el triunfo de Cambiemos no se explica sin la estrepitosa caída de Massa. De plantarse como un aliado al macrismo (el “opositor responsable” que acompañó al Presidente a Davos) y aliarse con una de las peores críticas del kirchnerismo como Margarita Stolbizer, el massismo intentó diferenciarse sin éxito durante esta campaña, mediante el concepto de la ancha avenida del medio, que nunca prendió. Por más buena que sea la copia, la gente siempre termina eligiendo el original.
El objetivo
Mientras que Arrieta se concentró en resaltar la figura de Cristina para no perder los votos había conseguido en las PASO (algo que, como se dijo, hizo con éxito), el equipo de Campaña de Cambiemos tuvo claro que era casi una pérdida de tiempo y esfuerzo confrontar con el gobierno municipal. El voto opositor local ya estaba en el bolsillo, y toda la estrategia se concentró en discutir el voto con el massismo, que –a diferencia de lo que hizo a nivel nacional- en Cañuelas se mostró aliado al gobierno, tras un acuerdo que en su momento rubricó Cristina Rasquetti. Cambiemos supo explotar al máximo ese flaco débil, incluyó a Edith Vasallo (ex FR) en la lista y sobre el final de la campaña incluso logró la foto con varios viejos referentes del peronismo no arrietista, como Alfredo Morgante. El resultado fue que la lista de 1País perdió en dos meses casi 1.300 votos, que fueron a la de Nacho Duhalde. El resultado de esa estrategia es nada menos que la banca para Hernán Muerza, que con los resultados de las PASO hubiera sido para Natalia Puentes.
El voto nuevo
Otra buena decisión de campaña. Con los datos de los padrones de las PASO, Cambiemos se concentró en buscar específicamente a quienes no fueron en agosto a votar. Cada uno recibió un sobre cerrado, con la boleta y una carta de la gobernadora María Eugenia Vidal, la figura más convocante de Cambiemos. Una estrategia local que también dio sus frutos.
La dirección de la campaña
Que figure en el final, no quiere decir que sea un dato menor. Por el contrario, quizá sea el más importante. En alguna oportunidad, analizando las claves de una contundente victoria de Arrieta, me tocó cuestionar la dispersión y las rencillas de los sectores de la oposición. Esta vez se dio todo lo contrario.
El triunfo de Cambiemos se organizó alrededor de tres nombres clave: Carlos Álvarez (que ofició de jefe de campaña), Santiago Mac Goey y Leonardo Iturmendi. Cambiemos hizo un enorme esfuerzo por minimizar las fisuras y críticas que recibió el trinomio, cuyo principal objetivo fue evitar las rupturas. Por el lado del PRO, Mac Goey recibió durísimas críticas del ala “vecinalista”, aliados a Carolina Torrilla, que se negó a aceptar el cuarto lugar de la lista (hoy renovaría su banca incluso yendo quinta) y hasta intentó una interna. A Iturmendi no le fue mucho mejor, y a sus espaldas hasta se hicieron reuniones en el Comité Radical criticándolo por el escaso protagonismo de la UCR; a pesar de que Nacho Duhalde era la cabeza de la lista.
A nadie debe sorprender a esta altura, que los detractores del trinomio ganador hayan terminado su domingo abrazados a las puertas del local de campaña, llorando emocionados por el triunfo.