Qué raros son los humanos…. (reflexión)
Me gusta estar con ellos, aunque no tengo dueño, la mayoría ni me mira, algunos sí, esos son mis preferidos, me dicen Negrito y a veces me dan una linda caricia o algo para comer.
Me levante temprano, hacía mucho calor y los gatos estuvieron toda la noche jodiendo, yo ni bola, pero a otros perros se les da por pelearlos y uno no es de fierro, también un ladrido hay que darles; cuando me levanté arranqué para la plaza, pero no andaba nadie, era muy temprano, me dedique a mirar los molestos pájaros y le ladré a algunos ruedas de los pocos autos que pasaban, solo esperando que el señor del club prenda el fuego y me tire algunos huesos, pero hoy no apareció.
Los humanos andaban más raros, andaban como más apurados que de costumbre, más nerviosos, como cuando a mí me duele la panza del hambre o me pican las malditas pulgas, no sé, tendrían hambre o pulgas, no sé.
A la tarde pase por lo de Rolo, ahí a los chicos siempre se les caen cosas dulces y ricas, tuve suerte porque a un nene se le había caído algo pegajoso y muy dulce, la mamá lo obligo a dejarlo tirado, lo que fue una suerte porque me lo comí y estaba riquísimo, después me fui a lo de Nelly, porque la panza ya hacía ruido, ella siempre deja esas cositas redondas para comer y agua, me lo encontré al Toto, siempre con su paso cansino y desganado, ese sí que come bien, tiene conquistada a una abuela que le da comida de la buena, pero igual siempre viene hasta lo de Nelly a rascar algo más, por eso debe andar tan lento, siempre tiene la panza llena y nunca lo veo rascarse.
A la tardecita aparecieron algunos chicos jugando con sus bicicletas y sus pelotas, me pone contento y mi cola se empieza a mover, me gusta correr con ellos y perseguir la pelota que patean, a veces los chicos se enojan y me echan, pero a mí me pone contento igual y vuelvo a jugar con ellos; cuando se fueron me fui a dormir una siesta cerca del ombú, me gusta el olor del señor que le da maíz dulce a las personas, y esos sí que se caen por todos lados, aunque hay que estar atentos porque las palomas se llevan todo lo que cae, como me molestan esas palomas que se creen las dueñas de la plaza.
Ese día los humanos andaban más raros que de costumbre, como con pulgas, y a la tardecita no quedo nadie, pero nadie de verdad, de vez en cuando sentía esos ruidos que me hacen doler los oídos y me aceleran el corazón, cuando explotan esos ruidos se me da por correr, me asusto y no puedo parar a veces me escondo y lloro, conozco algunos que salieron corriendo y no los volví a ver, como el Capitán, que además tenía dueña y todo, a veces venía a la plaza con su dueña, pero un día de esos que los ruidos son muchos y seguidos, de esos días en los que me meto debajo de los autos, uno de esos días el Capitán se fue y no lo volvimos a ver por la plaza, su dueña andaba triste, yo todavía le muevo la cola cuando la veo, pero ella sigue triste.
Hubo muchos ruidos, me asusté mucho, pero la gente empezó a venir a mi plaza, y me puse contento, algunos me acariciaban, y eso que no los conocía, estaban contentos, se saludaban, y cada vez venían más y más, no pude ni ladrarle a las ruedas, un grupo de chicas me dio algo que estaba muy rico y me lo comí, después las perdí de vista, igual me guarde sus olores por si pasan otra vez, cuando empezaron a sonar otra vez los ruidos me asusté tanto que corrí a un rincón, pero ahí uno de esos que andaba más nervioso, uno de esos que seguro le dolía la panza, seguro que tenía pulgas y seguro que tendría parásitos, un humano de esos me llamó y le moví la cola y fui, porque además había algunos humanos más que se reían, y a mí me gusta que se rían, pero el humano de los parásitos me hizo algo, me lastimó y yo no podía ver nada, solo escuchaba las risas y los gritos, y me asusté más que con los ruidos que explotan y perdí la noción del tiempo y no sé qué hacer, porque tengo miedo, y me duele y no entiendo, pero ellos se ríen.
Daniel Valdés Molins
Síntesis de la información
El negro es un perro callejero en año nuevo fue agredido por adolescentes que estaban en la Plaza Belgrano, las versiones indican que pudo ser alcanzado por los botellazos en las corridas de la madrugada o adrede con algún elemento pulsante o petardo. Fue atendido por la asociación protectora AAMA, pero la barbarie el descontento y la falta de humanidad se reflejo claramente con hechos este fin y comienzo de año.