Los hermanos Castagnola ya muestran señales de autonomía.
La Copa de la Reina es pequeña en tamaño, pero grande en importancia; Camilo y Bartolomé (h.) Castagnola la conquistaron en 2020 y dieron continuidad a una impactante etapa de logros que ahora lleva 14 meses. Fuente: LA NACION
«Es redifícil. No está bueno jugar contra un hermano. Pero sabemos que va a darse durante toda la vida, que vamos a enfrentarnos». La voz de Barto Castagnola llega aletargada desde Europa; es algo más que la medianoche allá, y como se dijo algunas veces en estas páginas, el muchacho es de buen dormir. Como Camilo, su inseparable hermano. Bueno, no tan inseparable: ambos compartieron todos los viajes del año, pero al Abierto de Francia lo encararon divididos. ¿Pelea? Nada de eso.
Habían jugado juntos por Les Lions/Great Oaks en Inglaterra, y vaya con qué éxito: fueron campeones de la Copa de la Reina y subcampeones del Abierto Británico. Pero para el torneo francés ya era imposible que estuvieran en un mismo equipo: suman 17 goles de handicap, y el límite por conjunto es de 16. Incluso para Camilo la oportunidad de participar en Chantilly surgió sobre la hora, un día después de que soltara los caballos en Reino Unido. Hasta tenía más ganas de volver a la Argentina que de afrontar otras dos semanas de trabajo. Hoy está chocho de haberse quedado.
Por un lado, porque le fue muy bien: alcanzó la final del Abierto de Francia, en la que tuvo como adversario a… Barto, finalmente ganador por el 10-6 de Les Lions Panarea a Talandracas. Por otro, no tuvo que extrañar Cañuelas ni La Pampa: Chantilly 2020 fue una maravilla. «Me encantaron el lugar y las canchas. Y este año tocó un clima buenísimo; la otra vez me había tocado uno más como el de Inglaterra. ¡Así que la pasamos bien! Hay bastantes programas para hacer, y hay polo bastante seguido. Está muy buenooo», escribió para LA NACION el chico al que, como a otros polistas profesionales, le resulta monótono estar tanto tiempo fuera de casa.
Pero más allá de cuánto disfrutó, para él y para Barto, las nuevas estrellas del polo mundial, el 20º Abierto de Francia resultó un mojón en sus meteóricas carreras. Por una parte, sumaron otra copa a la impresionante serie de logros que a sus cortas edades encadenan desde mediados del año pasado, con éxitos en Inglaterra, Buenos Aires y Francia, e incluso desde 2016, cuando irrumpieron a lo grande en el radar del polo al conquistar la Copa República Argentina con su papá, Lolo. Por otra parte, ésta de Chantilly fue la primera vez en que se enfrentaron fuera del país; habían competido entre sí en el Abierto de San Jorge y en torneos informales en La Pampa. Y además, cruzaron el Canal de la Mancha sin su padre, que regresó a Buenos Aires para ir preparando a La Natividad con miras a una Triple Corona que, por ahora y a raíz de la cuarentena, no tiene fechas ni formas.
Para los chicos Castagnola, de 19 y 17 años, es entonces el tiempo del comienzo de la emancipación. Mutuamente, como profesionales, y también respecto a Lolo, el factótum de lo que han logrado unidos hasta el momento. Que es un montón: Copa República 2016, Intercolegial 2016 y 2017, Juvenil 2018 y 2019, Abierto Británico 2019, Xtreme Polo League 2019, Copa de la Reina 2020. Y vienen de protagonizar el Abierto de Palermo con 18 y 16 años; no es un título pero sí un mérito a esa edad, sobre todo con los resultados que obtuvieron (dos victorias en cuatro compromisos, siempre contra oponentes superiores) y el furor que causaron, ante tribunas llenas. Y compitiendo separados, suman varios otros trofeos: Juvenil 2017, Copa Coronación 2019 y Francia 2020, Barto; Copa de Plata española 2019, Camilo. Unos currículum insólitos para un adolescente, propios de los grandes, como su tío Adolfo Cambiaso y Facundo Pieres, que alcanzaron los 10 goles de handicap a los 19.