Las consecuencias del odio.
Lic. Raúl E. Valobra.
Estoy consternado como lo están todas las personas de bien, el escalofrío nos corre por el cuerpo y tal vez no sea miedo, seguro que no, es otro cúmulo de sensaciones que se mezclan y que nos dejan perplejos, sin capacidad de reacción, ya que un hecho que rompe con todo lo establecido por la sociedad viene a conmocionarnos, a sacudirnos, a correr todos los manuales para que improvisemos conductas sobre lo inédito.
De todos modos, quienes seguimos atentamente el mundo de las comunicaciones podíamos percibir que la catarata de intolerables discursos de odio que emanaban de los grandes medios y las redes sociales, y aún emanan por lo que sigo viendo luego de este atentado, iban a desembocar en alguna tragedia, que solo por fortuna o milagro, no terminó con la vida de Cristina.
Las constantes diatribas y sentencias de los mercenarios de la comunicación y de la política -siempre al servicio del poder económico- ofrecen como resultante la generación de este clima de odio y crispación que tiene al peronismo como destinatario predilecto de una violencia organizada, dentro del que ellos jamás dudan en bombardear, fusilar, desaparecer, asesinar al pueblo cuando están en juego sus intereses.
Este intento de magnicidio pone en jaque el funcionamiento de todas las instituciones que le dan forma a la República, más allá de la violencia que impera en el planeta, no es posible imaginar ningún escenario previsible en una sociedad organizada donde se fomente como estrategia política el odio y la muerte como consigna dentro de las disputas ideológicas, en el marco del ejercicio democrático.
Son momentos límites, que no tienen antecedentes cercanos pero que poseen anclaje en nuestra historia, sin duda que este condenable suceso demanda lo mejor de nosotros y exige una templanza extrema, no podemos actuar bajo el estímulo de la bronca o la impotencia pero de ninguna manera permitamos que este escándalo quede registrado como un hecho aislado desde la locura de un fanático, exculpando de responsabilidad a periodistas, políticos y jueces.
Tengamos prudencia, coraje y convencimiento para exigir el esclarecimiento absoluto de los hechos y para expulsar del sistema a quienes no están dispuestos a respetar los derechos de quienes apostamos a vivir en paz. La democracia han tocado fondo, han ultrajado sus valores y necesita lo mejor de cada uno de sus protagonistas para recuperar la significancia que nos permita construir entre todos la Patria que siempre soñamos.