Heriberto Urbisaia: el hombre que rompió el molde

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El domingo pasado falleció a los 83 años el reconocido profesor, uno de los más destacados catedráticos de la historia cañuelense. Lo recordamos con algunas de sus definiciones realizadas en una de sus últimas entrevistas.


Heriberto Urbisaia fue uno de esos hombres que rompió el molde. Hijo de una familia humilde (su padre fue carnicero) llegó a ser Doctor en Economía y uno de los mayores expertos del país en estadística aplicada a la economía. Escribió varios libros sobre la materia y fue titular de cátedra en varias universidades, entre ellas la Universidad de Buenos Aires.

Era dueño de una enorme biblioteca, aunque aun así dudaba sobre el futuro de los libros impresos: “Hoy en Taringa uno se puede bajar cualquier libro, yo creo que el libro de texto, el que se usa en la universidad, va a desaparecer… no creo que pase igual lo mismo con todo, no me veo leyendo una novela en una tablet, pero las grandes editoriales universitarias en Estados Unidos están en la quiebra”, decía.

Defensor de la universidad pública y de una gran humildad, aunque la mayoría de los cañuelenses lo conoció como “el contador” simpático y bonachón, fue uno de los intelectuales más prolíficos que ha dado la historia de Cañuelas. Con “siete u ocho” libros publicados (él mismo le restaba importancia a ese detalle sin recordar cuántos trabajos publicó), fue uno de los mayores expertos en Econometría, o estadística aplicada a la economía, su especialidad.

Titular de la cátedra de Econometría de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y de La Plata, ha dictado cátedra también en las universidades de Bahía Blanca y Rosario, además de otras privadas, que no mencionaba demasiado porque se decía “hincha de la universidad pública”.

En el año 2011, en una entrevista que le realizó Fernando Abdo, contó parte de su historia:

Yo soy hijo de la enseñanza pública, nunca pagué por la educación. En Cañuelas estudié en la Escuela 1, y después me fui a Buenos Aires, a la Escuela Nacional de Comercio Nº 1 Joaquín González. Mi padre era carnicero, y creo que para no trabajar en la carnicería decidí empezar a estudiar”, contaba entonces Urbisaia, que recordaba con mucho cariño aquellos años del secundario.

Era un colegio de excelencia. Viajábamos todos los días, con Pepe Garzón, un amigo entrañable con quien hice toda la carrera; tomábamos el tren 6.08 y llegábamos 7.30 a Buenos Aires. A Cañuelas volvíamos a eso de las tres de la tarde. Admirábamos a los profesores, eran tipos serios. Nos metieron la disciplina, nos enseñaron a estudiar”, decía.

Urbisaia se recibió de contador en el ´56; escribió para el doctorado la tesis “Estudio estadístico de la Inflación” y en el ´63 recibió el doctorado en Economía. En el ´58 se incorporó de inmediato a la cátedra de Estadística, entonces dirigida por una verdadera eminencia: Fausto Ismael Toranzos, que fue discípulo de Rey Pastor.

Urbisaia hizo carrera dentro de esa cátedra, de la que fue titular. Durante muchos años, todos los contadores de la UBA pasaron obligatoriamente por su cátedra.

Me respetaban mucho, yo llegaba a las 7 a dar la clase y ya estaban todos sentados, con sus apuntes. A veces pensaba en el sacrificio que esos chicos hacían para estudiar. Después estuve en una privada y era otra cosa, todas excepciones, los alumnos se vivían excusando por no haber podido estudiar”, contó en la mencionada entrevista.

En forma paralela a su carrera en la UBA, Urbisaia formó parte desde el comienzo de la Universidad de Bahía Blanca. “Viajábamos en tren a las 10 de la noche y llegábamos a Bahía como a las 11 de la mañana, aunque más de una vez me quedé dormido, el tren se paraba y te levantabas al otro día en Monte. Las últimas veces fui en avión, pero el sueldo no me alcanzaba para el pasaje”, decía.

Tuvo alumnos famosos, entre ellos el ex montonero Mario Firmenich, que estudió en la cárcel de Devoto. “Fuimos con Ramón Cereijo, que fue el ministro de Economía de Perón, a tomarle examen a la cárcel, y Firmenich nos recibió con un traje impecable. Me acuerdo que dio un examen excelente”, recordaba.

También pasaron por sus aulas muchos de los economistas más importantes del país, entre ellos Daniel Artana (economista en jefe de FIEL) o José Siaba Serrate, que entre otras cosas fue columnista de Ámbito Financiero. “Parece que para tener chapa necesitan irse unos meses al extranjero; hace poco leí una nota en que a muchos les preguntaban qué profesores los habían impresionado, y todos mencionaban a los profesores extranjeros, sólo Siaba Serrate se acordó de los de la UBA”, se quejaba Heriberto en el 2011.

En 1952 trabajó en la Comisión Nacional de Precios y Salarios del Ministerio de Hacienda de Perón. “El objetivo era nivelar los precios con los salarios, estudiábamos la inflación etc. Venían los sindicalistas y los capos de la industria a discutir. El mismo verso de los últimos cincuenta años”, bromeaba, “el argentino no aprende nada de lo que pasó, no evolucionamos nada”, aseguraba jocoso.

El domingo pasado, una larga enfermedad puso fin a su paso terrenal. Pero su nombre quedará para siempre en el recuerdo como uno de los hijos más destacados que dio Cañuelas.