En Cañuelas habrá una Misa por San Cayetano
En forma excepcional, el próximo lunes se realizará en el Templo Parroquial una ceremonia especial para el Santo patrono del Pan y el Trabajo. Se bendecirán las manos de los presentes.
El próximo lunes 7 de agosto -día de San Cayetano– se llevará a cabo en Cañuelas una Misa honor al Santo. Será oficiada por el padre Ramón a las 19, en el Templo Parroquial.
Será una celebración excepcional ya en general los lunes no se oficia Misa, pero el párroco y la junta parroquial decidieron llevarla a cabo a modo de agradecimiento a San Cayetano por los dones recibidos y de pedido por los que aún no han recibido el don del trabajo.
Según se dio a conocer, durante la Misa se bendecirán las manos de los asistentes como signo de herramienta de trabajo. “Invitamos a todas las personas de la comunidad de Cañuelas, que quieran mediar con sus manos la obra de Dios en esta tierra, en el quehacer de cada día”, dijeron desde la Parroquia.
Además, previo a las Misas del sábado y el domingo –a las 18.30- se rezarán en el Templo Rosarios y una oración especial para San Cayetano.
¿Quién fue?
Caetano di Thiene fue beatificado el 8 de octubre de 1629 por el papa Urbano VIII y canonizado el 12 de abril de 1671 por el papa Clemente X. Desde entonces, la Iglesia Católica lo reconoce como San Cayetano, el santo de la Providencia, Patrono del pan y del trabajo. Así también lo conoce el mundo, que le reza con devoción y lo celebra cada 7 de agosto pidiéndole una ayuda.
El primer milagro de Gaetano fue en Venecia mientras visitaba un hospital. Según cuentan, llegó a la cama de una joven a la que estaban por amputarle una pierna debido a la gangrena que padecía. Cayetano, le sacó la venda, le besó la pierna y le hizo la señal de la cruz. Al otro día, cuando los médicos se aprontaban para la operación, notaron que la muchacha estaba curada.
La historia del Santo también cuenta que en épocas de sequía, un campesino le pidió a San Cayetano que interceda por la falta de agua y, a modo de agradecimiento, le dejó una espiga de trigo a los pies de su imagen. Tres días después, llovió tanto que la ciudad se inundó. Cuatro décadas después, en plena crisis económica de 1930, un sacerdote llamó por teléfono a algunos fieles para aconsejarles que rezaran al Santo de la Providencia y gracias a esto muchos mejoraron su situación en la que vivían. Los comentarios de la gente, trasmitidos de boca en boca, fueron aumentando la devoción en ya consagrado Patrono que siendo noble y viendo la bastarda relación entre la corrupción y el poder, quiso vivir con total austeridad y ayudar a los más necesitados.