Historias mínimas: Caballo desbocado.

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Por Martín Aleandro

No puedo resistir contarles la anécdota que el vecino Don tito Domínguez me contó hace poco. El “Popcorn”, como le dicen en EEUU, y que se come en los cines en unas cajas de cartón que llevan los colores de su bandera, es mexicano. Nosotros acá le decimos “pochoclo”, o “palomitas de maíz” en otros países de Latinoamérica. Este grano milenario acompañó la evolución de los pueblos americanos desde el principio de los tiempos. La constante manipulación generó cambios genéticos para lograr la mazorca rica en cantidad de granos que conocemos hoy. Tal es el cambio en la planta que no se puede reproducir sola, necesita la intervención humana. Sus granos o semillas quedan atrapados, la mazorca no dispone de ningún mecanismo para dispersar la semilla de manera natural. Es, como le dicen en México, el hermano vegetal del hombre: su creación. La administración de esta planta permitió un cambio morfológico único, a tal punto que se puede sembrar en casi todos los climas, alturas y latitudes de América latina y del mundo. El maíz es el centro del origen de la agricultura y tiene múltiples variantes en su forma y color. En México son llamadas elotes; en Bolivia, marlos; en Colombia y Venezuela, mazorca o maíz; y en Ecuador, Perú, Argentina y Chile, choclo.

El antropólogo mexicano  Guillermo Bonfil Batalla entiende al maíz como el fundamento de la cultura popular de su país. Dice que el maíz ha sido agente civilizador, eje y punto de partida da la vida. La diversidad de tecnologías agrícolas que se han desarrollado en la región, así como los diferentes usos gastronómicos, la organización del tiempo y el espacio para su cultivo, almacenamiento y consumo, las costumbres y creencias que ha generado son fenómenos culturales surgidos alrededor de este cultivo. También lo son la organización social del trabajo en el campo y las luchas por la tierra, todos estos aspectos relacionados con el maíz son de importancia vital para su pueblo.

Es una semilla que vino bajando, las comunidades originarias del norte de sangre incaica tenían sus parcelas destinadas al grano y lo consumían y lo adoraban. Hoy en día lo siguen haciendo de forma ritual. En 1844 se comienza a cultivar en la zona de Santa Fe, para luego ser sembrado en el sur de Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Buenos Aires… El maíz “Flint” argentino, es el más precioso para la industria de molienda seca. Sus  características: mayor dureza, forma y color de su grano, convierten a Argentina en la principal proveedora de la industria europea. 

Según Don Tito Domínguez, que en su memoria guarda secretos y anécdotas de su juventud, Pascual “el loco” Ferraré era una máquina para trabajar en el campo. Su padre lo contrataba para la juntada (cosecha) del maíz. Casi cuarenta bolsas llenaba en una jornada, el promedio de otros peones era de veinte bolsas por día. Quizá aquí se ganó no solo el mango diario sino también el mote de “loco”. Tengamos en cuenta que se deschalaba a aguja y a maleta, todo a mano antes de embolsar. Pascual Ferraré salía de su rancho de noche y volvía de noche. El día, como la vida, era para el trabajo en el campo ajeno. Como la mayoría de los peones rurales, de a poco y con mucha paciencia le iba pasando el oficio a su hijo, y de alguna manera la vida de sacrificio también.

Desde muy chiquito el gurí lo acompañaba al campo. Distraído en sus fantasías como todo niño andaba entre el monte con la gomera. Caía la tarde y la noche sin luna comenzaba a cubrir con su manto de oscuridad la jornada. El filo del chiflido de Pascual cortó el aire llamándolo para que enganche el caballo a la chata. El gurí no tenía práctica (a veces ayudaba a su padre en esto), pero por no contradecir la orden fue e hizo lo que pudo. Subió y se sentó a esperar. En medio de la noche escuchó los pasos pesados del padre que venía cargando con la última bolsa que arrojó de una sobre la chata. Ya sentado a la par, dio el latigazo y el grito para poner en marcha el carro. Tan mal enganchado estaba el caballo que del primer tirón salió corriendo solito y se perdió en la noche cerrada.