Florencia Moreno rompe los límites en el tenis adaptado: los nuevos sueños de la primera argentina en disputar un Grand Slam
Nacida en Cañuelas hace 33 años y con una pierna amputada tras ser atropellada, hizo historia el mes pasado cuando jugó el Abierto de Australia y Roland Garros.
Son las diez de la mañana y la temperatura supera los 30 grados, pero para la disciplina no hay termómetro y Florencia Moreno se entrena. Sus brazos son todo. El sonido de la tenista al golpear y el pique de la pelota en la superficie de cemento se mezclan con ruidos similares provenientes de las otras canchas del Centro Asturiano. Florencia gira la cabeza hacia donde quiere moverse y su cuerpo la acompaña, se empuja con las manos, los movimientos son rápidos, simplemente se desliza y gira completa con la silla de ruedas.
Nacida en Cañuelas hace 33 años y tenista profesional, Moreno hizo historia cuando alcanzó en 2019 el puesto trece del ranking internacional de tenis adaptado femenino. Entró en el top ten en dobles luego de su gran actuación en el Abierto Británico en 2022, donde se adjudicó el torneo en pareja con la china Zhenzhen Zhu. En la actualidad ocupa el 14º puesto en singles y el 12º en dobles. Se encumbró como la primera tenista adaptada de la Argentina en participar de un Grand Slam, en el último Abierto de Australia, y continúa trabajando duro para alcanzar el sueño de competir en Roland Garros, en mayo.
Su vida cambió radicalmente cuando en 2000 fue embestida por un camión mientras andaba en bicicleta con su mejor amiga por las calles de Cañuelas. El accidente derivó en la amputación de la pierna derecha a la altura de la cadera. Ella nunca bajó los brazos, siguió adelante con su familia, la escuela, los amigos, el trabajo y el estudio universitario. Pero nunca imaginó que encontraría una pasión que le cambiaría por completo la vida y le daría tanto.
Florencia empuñó una raqueta por primera vez a los 24 años, una edad avanzada para el deporte profesional. Recuerda cuando en 2014 la invitaron a jugar en un club de tenis en Cañuelas. Sentarse en la silla de ruedas le dio pavor, temía caerse. “Ni me movía, pero le pegaba a la pelota. Era la primera vez que me sentaba en una silla porque después del accidente empecé con andador, muletas y bastones canadienses. Para mí la silla era horrible, la odiaba”, recuerda ante LA NACION. Pero la experiencia de aquel día hizo que se enamorara del deporte de las raquetas y tuvo que construir un vínculo con la silla de ruedas. “Al principio tenía terror, pero me caí muchas veces. Ya sé que no pasa nada. Hoy es parte mía, es un complemento para jugar al tenis igual que mi raqueta”.
Matías Tettamanzi, el preparador físico de la tenista desde hace seis años, cuenta: “Como Florencia usa bastones canadienses, tuvo que acostumbrar el cerebro para responder con las manos y no con la pierna. Hizo un proceso de adaptación para tener la perspectiva desde un metro veinte”. Hoy, alterna entre la silla de paseo (o de “calle”) y los bastones. “Al entrenamiento vengo en la silla de ruedas pero el resto del tiempo uso bastante los bastones. Pero entiendo que tengo que descansar los brazos”, cuenta la tenista.
Luego de su primera experiencia, comenzó a entrenarse una vez por semana, después tres, y en octubre de ese mismo año compitió en un torneo en Brasil en el que -como cuenta ella- a pesar de la poca técnica y el escaso entrenamiento que tenía, no le fue mal. La selección argentina no tardó en notar sus capacidades y ese mismo año la convocó, pero para Florencia no era el momento. “No me sentía lista para afrontar otra responsabilidad porque estudiaba y trabajaba”, cuenta la jugadora.
Pero luego de un tiempo aceptó la oferta. Javier Zubiri, su entrenador desde 2017, que aporta: “La vimos jugar y le pusimos la zanahoria por delante. Le dijimos que si se ponía las pilas y se comprometía podía ser una tenista profesional. Así entró en el programa de alto rendimiento”.
Florencia cuenta que si bien continúa con sus estudios de Contadora Pública, tuvo que renunciar al trabajo. “Hoy dedico la mayor parte de mi tiempo al entrenamiento. Me entreno todos los días desde las nueve hasta las doce del mediodía. A veces me toca doble turno”. Vive en Cañuelas pero puede viajar en auto gracias a la colaboración de Toyota. “Me contactaron a través del comité paralímpico argentino y me dieron un auto. Esto me ayuda mucho porque reduce el tiempo de viaje y la dificultad de movilizarme en transporte público con la silla de ruedas y el bolso con la raqueta y el equipo”.
Con el tiempo llegaron triunfos frente a jugadoras del top ten y la medalla de bronce en dobles junto con Nicole Dhers en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019. Participó en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 y este año fue la primera tenista argentina de tenis adaptado en participar en el primer Grand Slam del año.
“Cuando se abrió el cuadro del último Abierto de Australia y me di cuenta que tenía posibilidades, me fijé el objetivo. Una jugadora de Japón peleaba el puesto conmigo. Logré que mi patrocinador me ayudara para poder participar del torneo en Ecuador donde conseguí los puntos necesarios para entrar”, cuenta Moreno. “Fue un logro y una experiencia hermosa. Estas en el gimnasio y te cruzás con Stefanos Tsitsipas y Aryna Sabalenka. Todo es espectacular, desde la logística para el transporte, el locker, los vestuarios y los estadios. Lo disfruté un montón y tengo más ganas de seguir jugando estos torneos”. Florencia fue eliminada en la primera ronda cuando perdió ante Dana Mathewson, de los Estados Unidos, por 6-3 y 6-2. Pero el resultado no borró el momento histórico.
Como cuenta Tettamanzi, su preparador físico: “Ahora tiene que jugar muchos torneos y es el limitante que tenemos debido a la geografía y la parte económica. Jugadoras que no tienen tanto nivel como Florencia, pero que juegan muchos torneos pueden sumar más puntos. Esos es difícil de equiparar aún con el apoyo del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard)”. El sistema de ranking en el tenis adaptado es igual que el del tenis convencional. Se cuentan los puntos obtenidos en los torneos dentro del año calendario. Por eso los deportistas que pueden disputar más torneos tienen más posibilidad de acumular puntos.
“Cuando viajamos a Europa, tratamos de quedarnos tres o cuatro meses para jugar lo más posible. Cuando volvemos, a veces ya no nos queda presupuesto para seguir participando de otros torneos. Por eso es muy importante que me vaya muy bien y así poder mantener los puntos. Siempre busco tener más sponsors para poder jugar más torneos y acumular puntaje”, explica Florencia.
La tenista cuenta que las mejores jugadoras de tenis adaptado son de Países Bajos y Japón. “Ellas tiene una formación increíble, empiezan a entrenarse de muy chicas. El deporte tiene muy buena difusión y hay muchas escuelas y cuando hay cantidad siempre salen buenos jugadores. El plantel que las acompaña es muy completo con entrenador, psicólogo y fisiatra. El presupuesto les permite jugar más torneos”.
El tenis tradicional, claramente, se lleva la mayor cantidad de fans, sponsors y dinero en premios. Pero el tenis adaptado le ha permitido a muchos atletas demostrar sus habilidades y adoptar una forma de vida. La Argentina, particularmente, ostenta a uno de los mayores referentes mundiales del tenis sobre silla de ruedas: el cordobés Gustavo “Lobito” Fernández, ganador de cinco trofeos de Grand Slam, número uno en dos períodos distintos y actual 3°. “El tenis me ayudó a cerrar el círculo de lo que me había pasado. Me ayudo a naturalizar mi discapacidad”.