Final abrupto para el modelo de la tibieza.

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Por Raúl E. Valobra

Ya dialogaste, ya concediste, ya intentaste ser amable y simpático, ya creíste que podías amansar a la fiera para acostarte a su lado y nada de eso sucedió, los precios siguieron subiendo muy a gusto de los empresarios, la inflación se comió toda reparación salarial, que jamás recuperó el poder adquisitivo de la clase obrera y los millones de actores de la economía informal, que fueron las principales víctimas de una pandemia implacable.

Hubo una burbuja en el gobierno, difícil de penetrar por los reclamos populares, nos quedamos con la inmensidad de la obra pública que atravesó toda nuestra geografía porque se supuso –erróneamente- que con eso alcanzaría y estos resultados dieron cuenta que NO ALCANZÓ, que hay millones de hogares que buscan y esperan soluciones más urgentes, que tienen que ver con la economía diaria, con la penosa subsistencia a la que son sometidos.

Este modelo dialoguista y lleno de buenos modales despilfarró el caudal de votos del 2019, presos de su tibieza para ir contra quienes dejaron un país en ruinas, se denunciaron los mecanismos perversos de su accionar mafioso pero no se los desarticularon porque no se quiso pagar el costo y los poderes fácticos no tienen dudas ni contemplaciones, es una aplanadora que va por todo, mientras algunos siguen buscando los caminos de la ética para proceder.

Nadie puede explicar desde la lógica este voto suicida de la población a los autores materiales de la tremenda catástrofe económica de la Argentina, es impensado que un voto castigo al oficialismo premie a los delincuentes que saquearon el país y que fueron echados del gobierno hace apenas 2 años atrás, algo está mal, está muy mal para que ellos capitalicen el desencanto generalizado que no se supo escuchar ni traducir en políticas públicas en este tiempo de gobierno.

El ciudadano no puede ni debe ser culpabilizado por su elección, más allá de los motivos que lo avalen o no, por expresar con su voto un mensaje que debe ser descifrado en estos dos meses por quienes pretendan revertir los resultados, rompiendo el encapsulamiento del poder para transitar la agenda propia de la gente y no la agenda que la política intenta imponer a la gente, de acuerdo a su percepción y que, evidentemente, no tienen coincidencia.

Tampoco es necesario ni prudente empezar una cacería de brujas y brujos para ejecutar a quienes se considere responsables de la derrota, el espacio construyó esta oferta electoral sin la anuencia de las bases, desde la decisión dirigencial irrevocable y muchas veces no alcanza, no basta, no satisface la demanda de un electorado ecléctico e indefinido que muta y se desliza por los escenarios políticos para elegir aquello que por una razón u otra llena sus expectativas.

La solución no llegará con más silencios ni encierros, no llegará sin una profunda autocritica de quienes creen que pueden saberlo todo y decidirlo todo sin recurrir a otros, sin analizar ni escuchar solo se transitará por el mismo camino, hacia el mismo resultado, muchas veces fue suficiente, hoy parece que no alcanza, por la coyuntura pandémica, por las vicisitudes económicas, porque el votante reclama otro rumbo y otro modo de hacer política y de gobernar.