En Primera Persona / Susana Frasseren: “De chica la literatura me cautivó, era como una ventana al mundo”
La Biblioteca Popular Faustino Sarmiento es el lugar perfecto para un encuentro literario. “Silencios y Voces” cumple su décimo año compartiendo con los vecinos de Cañuelas el amor por las Letras. Susana Frasseren es parte de una historia que marca un antes y un después en nuestra ciudad.
Por Martín Aleandro
Encontrarme con Susana fue una experiencia muy grata, me atendió en su oficina, en su lugar de lectura y escritura, un espacio luminoso y lleno de libros de su propia casa. Charlamos de todo un poco, en esta entrevista para Cañuelas Ya está plasmada parte de su vida y su impronta como vecina y miembro del Café Literario que publicó la obra completa de Guillermo Etchebehere ante que se perdiera para siempre.
¿Cómo nace la vocación por la literatura?
Provengo de una familia de ocho hermanos, en mi casa siempre éramos muchos y había pocos juguetes y muchos libros. Cuando mi mamá viajaba a la Ciudad de Buenos Aires por razones de salud siempre traía regalos, y mayormente eran libros de todo tipo. Mi padre tenía una biblioteca hermosa de roble con adornos de bronce, muy antigua, y recuerdo que tenía un cajón secreto que en una oportunidad descubrí con gran asombro, fue como descubrir un secreto guardado, era casi niña, esa anécdota la recuerdo con mucho cariño porque encontré ese lugar oculto a la luz y al tiempo; saqué del escondite nada más ni nada menos que Las Mil y una Noches entero, una edición fabulosa, sin los recortes que posteriormente se hicieron para los niños, había varias historias muy relacionadas cuestiones sexuales, yo tenía catorce años… fue la oportunidad perfecta para meterme de lleno en un mundo de aprendizajes, de fantasías e historias inolvidables. La literatura entra a mi vida de esta manera, tropecé con el secreto y lo hice mío, con los años quise compartirlo al mundo.
¿Cómo llega tu familia a Cañuelas?
Mis abuelos maternos eran españoles de Aragón, y mis abuelos paternos suizos de habla francesa. Migraron a principios de siglo XX y se radicaron en Rosario y pusieron un local gastronómico, debe de ser uno de los primeros de la zona, se llamaba: “Bar y recreo suizo”. Hace uno años estuve por ahí y aun sigue habiendo un restaurante, mis abuelas de alguna forma signaron ese lugar. Luego mis padres se instalaron en Cañuelas y ahí comienza esta etapa donde fuimos naciendo mis hermanos y yo.
El escritor Fabián Casas opina que a la poesía no se la puede definir, sino que más bien se la reconoce. ¿Cómo sentís la voz poética y cuál es tu vínculo con ella?
La poesía está vinculada a la lectura inevitablemente. En la adolescencia, con mi hermana Olga, que vive en Monte Grande, y mi amiga y poetisa Alicia leíamos mucha poesía. Íbamos a la biblioteca popular que estaba al lado de la Escuela Nº32 en la calle Rivadavia. Ahí encontramos libros de Rubén Darío, Pablo Neruda y otros poetas maravillosos que nos hicieron de faro en este mundo que se abría frente a nuestros ojos. Más adelante descubrí en esa vieja biblioteca que tenía mi padre el libro “La semilla del viento” de Etchebehere, poeta cañuelense que hace poco publicamos su obra. Esta edición fue sumamente importante porque surge desde nuestro espacio, la idea de redescubrir la obra de un autor local ya fallecido y plasmarla para siempre, esa obra se perdía inevitablemente. En la edición dice Biblioteca Popular “Los Uncalitus” y Café literario “Silencios y Voces”. Es un broche de oro para los diez años del Café la edición del libro de Guillermo Etchebehere.
De esta forma comienza mi relación con la literatura que con el tiempo se hiso más férrea aún. En la adolescencia uno es Romántico y busca de alguna forma encontrarse y definirse como persona. Descubre que la muerte existe, que los seres queridos se van, y eso se relaciona con la poesía de Darío y otros autores. Hoy en día compro libros todo el tiempo, a donde voy me vengo con un libro. Hace poco traje a Garro, a Rulfo, a Asturias y otros autores para enriquecer los talleres.
¿Cuáles son tus máximos referentes en la poesía y la literatura?
Mis máximos referentes en la poesía son Juan Gelman y Guillermo Etchebehere. También me gustan muchos otros que a veces la academia los destrata: Neruda, Benedetti, entre otros tantos. Leo a Borges y a los escritores latinoamericanos, como así también autores de todo tipo.
¿Cómo surge el espacio “Silencios y Voces” a funcionar como taller literario?
A través de las Redes sociales, en el año 2014, estábamos en contacto y un día nos propusimos hacer un encuentro café literario que con el tiempo se fue consolidando y creciendo. El Hotel que ahora está cerrado de Rivadavia y Basabilbaso fue el lugar de encuentro, luego en Chaplin, luego Lawn tenis y ahora en la Biblioteca Sarmiento. Mucha gente se interesó y de a poco se consolidó. Silencios y Voces no es solo un café literario, ya que en estos diez años de vida ha sido la cuna de diferentes escritores y escritoras que han encontrado su vocación en este espacio. La publicación de libros y la investigación en el campo de la literatura también es parte de la propuesta que llevamos adelante con Nicolás Cornador, Claudia Colombo y Sandra Cherutti.
La invitación es abierta al público y gratuita, la idea es compartir una tarde amena, una merienda y un espacio para charlar y encontrarse. La lectura como práctica grupal y social permite un intercambio de voces e ideas que se van desarrollando a los largo de la tarde. Están todos invitados a estas jornadas literarias en la ciudad de Cañuelas.
LA MANO DE MI RUMOR
Guillermo Etchebehere / Atahualpa Yupanqui
No puede ser que me vaya del todo cuando me muera,
que no quede ni la espera detrás de la voz que calla.
No puede ser que solo haya ciclos de sombra y olvido
en este amor desmedido que se me hiergue en el pecho,
si hasta en el trino deshecho se salva el duelo del nido.
Pongo mi infancia en canciones y siento que se ilumina
una siesta golondrina toda duraznos pintones.
Celebro las estaciones, lloro su fugacidad.
Y al anegar de piedad la mortaja de su gloria,
me crecen en la memoria remansos de eternidad.
Cuando no esté, cuando el leve sobresalto que me ordena
se trueque en tiempo de arena conmemorado en la nieve;
cuando en mis venas abreve la liturgia de la flor,
tal vez algún labrador cansado de madrugadas
sienta en sus manos aradas la mano de mi rumor.