El Martín Fierro, un libro necesario y urgente.
Por Martín Aleandro
Quizá el libro más importante de nuestra historia. No se deja de leer y no envejece. En esta entrevista doble se lo vuelve a poner sobre la mesa y a ilustrar desde el siglo XXI. Carlos Loray y Claudio Agrelo interpretan el sentido filosófico, literario y político de la obra de Hernández.
Es inmenso aún, inacabable. El Martín Fierro nos interpela como lo hizo en el siglo XIX con un público masivo. Porque eso es lo maravillo de este poema, el haber llegado a un sector de la población que no leía. El canto en verso acompañado de la guitarra milonguera fue la forma de alcanzar todos los rincones del país, por tal motivo su masividad. José Hernández supo entender al hombre de campo y a él le habló. Supo leer el contexto histórico e interpretar los problemas y las vicisitudes que sufrían los gauchos que eran reclutados por el ejército Nacional para cumplir órdenes en la Frontera.
Varios historiadores y pensadores defienden la idea de exterminio de dos culturas: los gauchos por un lado, y las comunidades originarias por el otro. El alambre San Martín trazaba y dividía la extensa Pampa húmeda. La frontera avanzaba implacable hacia el sur y en esta “nueva Argentina” no había lugar para estas dos figuras que no se adaptaban al sistema. El gaucho por rebelde y el aborigen por salvaje, que se maten entre ellos pudo haber sido una estrategia política del presidente de turno. Sobre este tema y otros más vamos a charlar con Carlos Loray y Claudio Agrelo.
Carlos Loray: poeta campero. Sus versos son interpretados por los más destacados cantores sureros de la región pampeana. En el Martín Fierro, y más precisamente en la payada con el moreno, se tocan cuestiones filosóficas relacionadas a la Ley, a la Gravedad, entre otras cosas.
¿Pensás que los gauchos de la época tocaban esos temas?
Eso es pura y exclusivamente una expresión del autor. Fue tan grande José Hernández que yo creo, y lo analizo como vos, que él buscó la payada entre Fierro y el moreno para expresar su filosofía y su conocimiento. Porque no tenía razón de existir en una vida tan desgraciada como la de Fierro y mucho menos la del moreno. Eran personas que no tenían ninguna formación educativa, eran perseguidos, mal tratados, golpeados… Yo creo que usó a esos dos personajes para plasmar su propio pensamiento. Hernández, como quien escribe una obra de teatro, creó estos personajes para que la interpreten. Por supuesto que dijo cosas que son maravillosas, no creo que ni Fierro, ni el moreno estaban a la altura de ese pensamiento. En el caso de Atahualpa Yupanqui es distinto, porque fue un cantor paisano que viajó por el mundo y trajo mucha cultura en sus letras.
Ese gaucho que se viene escapando del conchabo y del ejército porque no creía en esa forma de vida es la historia principal del poema. ¿Hay una crítica política en La Ida en ese sentido?
Pienso que Fierro se volvió muy rebelde gracias a las vicisitudes que pasaba y las injusticias del gobierno de la época. José Hernández tenía mucho para decir y lo dijo todo en el Martín Fierro, no me cabe ninguna duda. Sabés que yo a los diez años ya casi en lo sabía todo de memoria. Es increíble la estrategia literaria de haber escrito una historia tan maravillosa y larga en versos. Mi hermana tenía, me acuerdo, un calendario que se le arrancaban los números y del lado de atrás venían los versos de Hernández.
Día a día me lo fui aprendiendo, y es el día de hoy que lo sigo recordando. Con respecto a la lectura política el autor dijo lo que pensaba. No estoy completamente de acuerdo con el poema. Por ejemplo, si vos lees Una excursión a los indios ranqueles de Lucio Mansilla, nada que ver con la barbarie que cuenta Hernández, son libros contrapuestos en ese sentido. Mansilla los presenta como hospitalarios, muy desconfiados obviamente pero con una organización. En el Fierro se presentan como sanguinarios y asesinos de mujeres y niños. Mansilla convivió con el aborigen Mariano Rosas en pleno desierto y los describió muy distinto. Y hablamos de la misma época.
Claudio Agrelo: cantante tradicional, intérprete y compositor de la región pampeana.
¿Pudo existir una payada filosófica como la que se plasma en el Martín Fierro?
La bruteza es patrimonio de uno, la ignorancia no. Entonces, José Hernández quiso que el Martín Fierro sea así. Pero también para alabarlos, si el gaucho no era sonso, era muy habilidoso. Y tenía sus cosas: el caballo por ejemplo. Cuando llegó el alambre se limitó. No ensillaba para desfilar un domingo. Si usaba la carona era porque cumplía una función. Era funcional el gaucho, entonces Hernández, tipo estudioso y culto, quiso enaltecerlos con la sabiduría criolla. Salvando la distancia fue como una estrategia militar, estaba pensado de ante mano el poema. Hernández trae en su obra a Picardía, al Viejo Vizcacha, que representa a los corruptos de todos los tiempos. Y porque el gaucho no tiene que saber de la luna menguante, del kilo y el peso. Ahí el autor incorporó la payada en contra punto, y también el culebrón de la novela, porque el negro era el hermano del que había matado Fierro.
¿Puede ser una crítica a la sociedad de la época el Martín Fierro?
El Martín Fierro es uno de mis libros de cabecera. Al gaucho lo mandaron a combatir con el indio. Pero el gaucho no quería combatir a nadie, no tenía ningún motivo. Siempre se llevó bien con las comunidades autóctonas. No hubo otra manera que hacer las “levas” para formar los ejércitos. Roca tuvo esa necesidad y armó ejércitos con los gauchos que eran libres. Era una situación social complicada. En La Vuelta Fierro viene más viejo, más reflexivo, quizá haya sido la consecuencia de la edad, ya no quería seguir huyendo y andar a la deriva. Fierro decía: “si no hay casualidad tiene que estar la providencia”.