El estado somos todos.

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Por Dr. Miguel Patrón

Milton Friedman padre del capitalismo moderno, citaba en su libro ¨Libre para elegir¨, una célebre frase del ex presidente Kennedy, donde le dirigía a la sociedad un dilema. ¨Pregúntate, no que puede hacer tu país por ti, sino que puedes hacer tú por tu país.¨ Más allá de la idea que quiso transmitir el mensaje en su momento, hoy puede ser un punto de apoyo para repensar la Argentina actual.

La primera parte de la frase podría ser de un Estado paternalista que va a ayudarnos simplemente con manejar correctamente los resortes del poder y de la economía. Eso no funciona en nuestro país por múltiples razones; entre ellas la idea del corporativismo y el salvarse en grupo, económicamente activo de acuerdo a la cooptación del gobierno de turno.

Porque tanto haciendo rutas, diques y puertos nuestra responsabilidad comienza en la participación ciudadana por excelencia que son las votaciones. El primer paso de un mal gobierno o de uno exitoso, comienza en las urnas

La segunda parte de la frase remite a la idea del individualismo propio del pensamiento neoliberal del siglo 21. Milton y algunos acólitos locales son partidarios de esta postura. Un Estado inerte, chato, bobo, que deje hacer y no ponga obstáculos a la libertad de mercado.

Ya se ha discutido desde todos los ángulos que eso tampoco funciona. No todos parten desde el mismo lugar y condición, con lo cual, además de no ser justo, dista mucho de la idea de libertad de mercado de la meta de igualdad o de equidad.

El Estado es el otro, no como individuo aislado cuál átomo navegando en ese universo, sino el otro como ente solidario. Así hablemos desde lo chiquito, desde lo municipal donde el vecino es el otro, hasta lo nacional donde me identifico con la ideas del candidato. No significa mirar al Estado como deidad, indiscutible, fría y distante, cuál letra de tango, sino de un Estado solidario, responsable y benefactor.

Esto que espanta a más de uno, es lo que sucede actualmente. El Estado nos cobija, incluso ampara a ese crítico que quiere que sea un Estado minusválido y raquítico. Porque tanto haciendo rutas, diques y puertos nuestra responsabilidad comienza en la participación ciudadana por excelencia que son las votaciones. El primer paso de un mal gobierno o de uno exitoso, comienza en las urnas. No podemos tomar a la ligera ese acto, ya que esa primera chispa será el fuego fatuo del futuro o la hoguera de nuestras esperanzas.

La sociedad es el otro, las cámaras legislativas es el otro, el empresario es el otro; los candidatos son el otro. El saber, el conocer y el hacer cumplir a ese otro, las promesas que nos dijeron, es una obligación propia, es parte de la responsabilidad de la parte orgánica de la sociedad. No va más el individuo aislado creyéndolo que solo él es el responsable de lo que le pasa al país. Nosotros tenemos la posibilidad de ser artífices de lo que le pase al país.

Si miramos los últimos 40 años parece que fuéramos turistas recién llegados; que esta tierra arrasada por malos gobiernos, tanto en su economía como en su relación social, es producto de una catástrofe de la naturaleza o producto de una invasión extranjera. No señores, la conducción, la directiva, la política en general es nuestra responsabilidad, ya sea por actos propios o por omisión.