El bailarín de los montes.
Nuestros artistas / Entrevista a Luis “Pili” Espina
Por Martín Aleandro
La presencia del Estado es fundamental y muchas veces no nos damos cuenta. Salud Pública, Educación Pública, subsidios en los Servicios, Seguridad, mantenimiento de espacios públicos, asfalto en las calles y rutas y demás… de esta misma manera, los Talleres Municipales van formando a nuestros niños, les dan la posibilidad de probar diferentes lenguajes artísticos y encontrar, en muchos de los casos, un canal de expresión. En este sentido, la escuela y los talleres funcionan en conjunto y permiten la continuidad de la pasión. Es el caso de “Pili”, un niño de Uribe que llegó a ser un grande, a representar a Cañuelas en distinguidos escenarios y a convertir su sueño en realidad.
LOS COMIENZOS
Mi pasión por la danza comienza cuando tenía 7 años de edad en la Escuela Nº4 de Uribelarrea, me gustaba participar en los actos y sentir el aplauso del público. De la mano de la reconocida docente y artista de Cañuelas Sully Moreno di mis primeros pasos en las danzas tradicionales. El amor que ella tenía por el arte folclórico lo supo transmitir de forma increíble. Ella descubrió en mí algo especial con el folclore e inmediatamente me convocó e invitó a seguir sus pasos. Más adelante, y ya en el Ballet Cañuelas, Chacho Franco supo guiarme y comprometerme en algo más grande.
A medida que fui creciendo e interesándome en las danzas folclóricas comenzó una búsqueda ms personal, por un lado, y más profesional por el otro. El Instituto de Arte Folclórico (IDAF) me esperaba con las puertas abiertas, Viviana Santos Amores y José Luis Montoya serían dos luces en mi camino, pero todavía faltaba tiempo.
Estaba completamente decidido a continuar y a dar todo de mí para cumplir el sueño. Me incorporé a estudiar con el profesor Bertachini con quien viajábamos a Monte Grande a distintas pruebas. Obviamente que moverme de Uribe hasta allá era un costo económico y terrible viaje. Pero en aquel entonces no había otra forma de seguir creciendo. El Instituto Cultural no existía y quienes queríamos avanzar debíamos movernos si o si. Laura Castro y Sergio García me convocan al Ballet de Udaondo que ensayaba en Monte Grande, mirá qué casualidad y qué chiquito es el mundo.
Luego de mucho andar termino la carrera de Instituto de Arte Folclórico (IDAF) y con el título en la mano sentí la enorme felicidad de haber culminado un ciclo. También recuerdo que llegué a ensayar en el viejo Teatro cañuelas, cuando aún estaba abierto. Cuando lo cerraron recuerdo haber sentido una enorme pena, sentí que se perdía algo de suma importancia para todos los cañuelenses.
LA DOCENCIA
Con el tiempo comencé a querer trasmitir toda esta pasión. El camino de la docencia estaba ante mí y yo dispuesto a ir en busca del deseo de enseñar. Ahí nació el primer Taller Municipal y grupo de gente que se sumó en Uribe y a continuación otro en el Barrio Pelufo. Ahora son grupos grandes que siempre nos acompaña y siguen a todos lados. Luego sumé un Taller Municipal en el Hospital Dardo Rocha que me da mucha satisfacción. La danza es totalmente sanadora y forma un entramado social increíble. Me da mucha alegría porque siento que a través de mi arte estoy ayudando a otras personas, les estoy cambiando la vida de alguna manera. Su felicidad me atraviesa por completo. La docencia, la danza, y los caballos son mi verdadera pasión.
LOS ESCENARIOS
El escenario mayor de Jesús María y el de Cosquín son para nosotros la gran meca de la danza folclórica. Todos quieren llegar a bailar sobre esas tablas y en esos Grandes Festivales Tradicionales. La primera vez participé bailando junto a una bailarina montada a caballo y yo de a pie, y luego, otro año participé con mi compañera bailando una zamba y luego el Pericón, junto a las tropillas de Daniel Pérez. Nunca había imaginado poder compartir escenario Cuti y Roberto Carabajal y con tantos otros artistas de primer nivel. Ahí te das cuenta lo importante que es soñar e imaginar en grande.
Tecnópolis fue especial porque el público era muy variado. Ese espacio tan grande y tan lleno de actividades es realmente increíble. Nunca había imaginado la magnitud de Tecnópolis y la importancia, tanto para el público, que ingresa de forma gratuita y tiene decenas de actividad de primer nivel, como para los artistas que exponemos nuestro arte ante una masa de gente descomunal. Ahí nos lucimos mucho porque ya te digo, la gente que no está acostumbrada a ver bailar folclore en vivo se queda con la boca abierta.
Luego nos tocaría participar en el Hipódromo de San Isidro, también, un lugar fuera de lo común un con un público fuera de lo común. El 25 de mayo en frente al Cabildo, y en casi todos los canales de televisión… Te nombro algunos, porque en realidad han pasado muchísimos. En el teatro de Lobos dimos un hermoso espectáculo y de alguna forma nos sentimos locales por la cantidad de amigos lugareños o cañuelenses que se acercan por la cercanía distrital.
En el flamante teatro de Cañuelas, que abrió sus puertas nuevamente, tuve una experiencia que considero única. Volver a pisar esas tablas (donde, como te dije al principio de la nota, ensayábamos de pibes), volver bailar en ese lugar me produjo un enorme placer y muchos sentimientos encontrados.
Este es un pequeño repaso de mi vida, al menos la relacionada al arte folclórico. Espero que todo esto continúe, que los pibes y las pibas que tienen la posibilidad de sumarse a los Talleres Municipales lo hagan porque muchas veces se abren caminos inesperados que conducen directo a la felicidad.