CARLOS LORAY: PRÓCER DE LA CULTURA FEDERAL

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Por su visión completa del mundo desde la perspectiva rural, su registro gaucho, esa forma de enunciar igualitaria y popular, es un poeta que sale del pueblo y le canta al pueblo. Carlos Loray en sus versos da testimonio de su tierra, la misma tierra que lo vio nacer, donde lo rural es lo fundamental.

Cañuelas Ya tuvo la oportunidad de charlas un rato con él y meterse un poco en su vida de escritor. A continuación, palabra por palabra, el pensamiento de nuestro poeta criollo.

   Por Martín Aleandro

¿Cómo es la vida de un poeta, dónde encuentra sus musas inspiradoras?

Una de las musas más lindas son los amaneceres en una calle de tierra en el campo. Cuando estaba más liberado (…) agarraba el auto y me iba por ahí, a una estancia, me llevaba una silla, me sentaba debajo de una planta y la inspiración me llevaba por delante. Te voy a contar un detalle: cuando entré a trabajar en La Serenísima, sufrí una afección cardíaca, (…) entonces me dieron a cuidar una laguna anaeróbica decantadora. Ahí al costado de la laguna había una planta caída de Eucaliptus, un asiento largo, me sentaba ahí en época de verano. Desde ese lugar vi unos Chimangos que anidaron sobre un Tala, los vi cómo hicieron nido, como empollaron, cómo sacaron el pichón y luego se voló. Tenía el sol de frente y cada vez que salía me daba en la cara. Ahí escribí un comienzo: El sol detrás de la bruma parecía allá a lo lejos / un medallón de oro lustrado con paciencia suma / porque era entre la bruma del amanecer como un medallón de oro…  Ese paisaje me inspiraba y me regaló, no sólo haber visto el nido, sino también estos versos.

El poeta trata siempre de encontrar su propia voz, su propio registro. ¿Recordás algún verso o algún libro que marcó tu camino como poeta?

Uno de los más profundamente arraigado es el verso “Pico a pico”, primero porque lo grabó un grande de la músico como Alberto Merlo, y segundo porque esa fue mi primera puerta entre abierta. Hasta “Pico a pico” yo era un muchacho entusiasta que escribía algunos versitos. Y el primer libro que me publican se llamó Entre paisanos (1991), fruto de un concurso que gané y el primer premio era la publicación de la obra. Luego vino Palenquenado décimas, Recorriendo y Cantares de fogón, no recuerdo las fechas exactas. En el 2018 salió el último: Del pago de las Cañuelas.

¿Cómo fue que Alberto Merlo decidió ponerle su voz a un poema tuyo?

Siempre sentí una gran admiración por Alberto Merlo. En aquella época, con un grupo de amigos andábamos en la comisión de bomberos, empezábamos a ir a la radio a publicitar y me dejaban hablar a mí porque era un poquito más suelto. Ahí empecé a escribir algunas cositas, y tenía ese verso. Entonces un día, todo el equipo de la radio fue a hacer el programa Canto en azul y blanco al pago de Las Heras. Ahí tenía un amigo, Rubén Barcia, cantor, que tenía un gran quincho como un museo (…). Habíamos organizado un gran asado para agasajar a los de la radio, yo andaba ayudando, dando una mano como siempre. De repente golpean la puerta, Rubén me dice: abrí Carlitos. Cuando abro, era don Alberto Merlo, con su camperita de nobuk o de carpincho color doradita, su bombacha blanca, botas coloradas, boina de vasco: un señorazo. (…) Él nunca me había visto, no sabía ni quién era yo. Se sentó, lo atendí, le serví un vasito de vino y comenzamos a charlar con mucho respeto. Se acerca Oscar Lanusse, que era un referente de la radio, y le dice: “don Alberto, sabe que usted está hablando con un hombre que es un promesa de la poesía criolla”, Alberto se tomó su tiempito y dijo: “¿quién sos vos?”, y entonces le digo, no, no importa, qué me va a conocer, soy un entusiasta de los pagos de Cañuelas y me llamo Carlos Loray. Ah sí, y ahí mismo comenzó a recitar: “En el último potrero de la Estancia La Amarilla…”. Si no me agarro de la mesa me caigo al suelo. (…) Él estaba muy en contacto con mi amigo Rubén Barcia, quien tenía todas mis letras. En una oportunidad se la cantó y don Alberto se la pidió. Así fue cómo comenzó todo…luego otros cantores siguieron su camino: Abel Ivroud, Carlos Ramón Fernández, Adrián Maggi…etc

Hace unos años te nombraron Prócer de la Cultura Federal. ¿Qué se siente haber sido distinguido con tamaño galardón?

Enorme alegría y satisfacción. Fui con  mi familia: mi señora y mi hija. Se realizó una jornada hermosa en el Cabildo. Fue emocionante, había como 500 parejas de baile, todas con sus pilchas, centros tradicionalistas de todos lados. Cañuelas tuvo una gran participación. Se lo agradezco mucho a Luis “Pili” Espina y a la Municipalidad, estuvieron muy atentos conmigo. Organizaron todo para que no nos falte nada en el viaje de ida y de vuelta: de puerta a puerta.

Yo siempre tuve la creencia de que uno viene de otras vidas, que hemos tenido varias vidas. Resurrección: el alma que se muda de cuerpo. Esto lo digo porque hay cosas que yo no sé por qué las digo, y de dónde viene toda esa información. Por eso yo simplemente soy un agradecido a la vida, la vida me dio todo, todas las posibilidades, enormes posibilidades, incluso de vivir. Mis tres hermanos no alcanzaron a cumplir 64 años y yo, que siempre fui el más desorejado de todos, voy por los 70 y me siento cada vez más joven. Por eso agradezco muchísimo este reconocimiento.   

 

PROBANDO LAS SOGAS

POR CARLOS LORAY

Con el motivo sencillo

de cumplir una gauchada

eche al corral la potrada

y embozale un doradillo

marca de Urbano Estabillo

criador de puros, de trotes

quien me encargo de rebote

que cuando algún lugar hiciera

le agarre ese potro que era

medio durón del cogote.

DÍA DE LOS CENTROS TRADICIONALISTAS

El 12 de agosto se conmemora el Día de la Reconquista, recordando la fecha del año 1806 donde se recupera la Ciudad de Buenos Aires, luego de que fuera invadida por las tropas inglesas. Se toma esta fecha como el Despertar Nacional y se decide instaurar como el Día de los Centros Tradicionalistas.

Reconquista de Buenos Aires

El 12 de agosto de 1806 concluía la Reconquista de Buenos Aires. Tras una encarnizada lucha por las calles de la ciudad, los ingleses debieron rendirse a discreción. Habían desembarcado en Quilmes el 25 de junio con una poderosa escuadra comandada por sir Home Popham y más de 1500 hombres al mando del general Guillermo Carr Beresford habían tomado tierra. Ésta invasión, conocida como la primera invasión inglesa, significaba la incorporación del Río de la Plata al conflicto mundial entre Inglaterra y Francia y la cristalización de la estrategia de los círculos comerciales y políticos ingleses sobre la conveniencia de apoyar la independencia de América del Sur y copar su mercado de incalculable riqueza.