Adiós al Papa Argentino.
En plena Semana Santa se va al cielo el Papa Francisco, semana que el cristianismo recuerda la muerte y resurrección de Cristo, como acción divina, nuestro representante del hijo de Dios se despide de su vida terrenal para sentarse junto a su padre. Mucho se ha dicho y mucho se dirá, su trazo por esta tierra queda marcado para siempre en la historia grande. Su pensamiento seguirá vivo, su palabra y su prédica abrieron nuevos caminos hacia una sociedad más justa.
Por Martín Aleandro
En la tarde de ayer la Intendenta Municipal de Cañuelas, Dra. Marisa Fassi, participó de la Misa por el eterno descanso del Papa Francisco, organizada por la Parroquia Nuestra Señora del Carmen. Nuestra comunidad Acompañó con unidad y oración este momento de recogimiento espiritual.
Como dice el copete de esta nota de opinión, mucho se ha dicho y mucho se dirá del paso por el vaticano de un Papa argentino. El legado que nos deja es amplio, su mirada sobre la sociedad y la ecología queda plasmada en la Encíclica “Laudato Si”, donde desarrolla su idea de un mundo más humano y responsable. No voy a poner la lupa en este texto, pero sí me gustaría compartir su pensamiento cuando aún era el Cardenal Bergoglio.
Jorge Bergoglio celebró en agosto del año 2009 una misa al aire libre en el barrio de Constitución y planteó la desigualdad que genera la sociedad de consumo y la trata de personas. En esta ciudad de Buenos Aires están los que caben y los que sobran, -dice el cardenal- para los que no hay trabajo, ni pan, ni dignidad. Los que sobran son el material de descarte, hombres y mujeres, niños, niñas y ancianos son arrojados al “Volquete existencial” que el sistema instauró para depositar gente. Este sector social despreciado es tratado como “mercadería” y objeto de compraventa. Los talleres clandestinos y los prostíbulos son lugares donde la carne humana es traficada como una cosa. En este sentido Bergoglio se pone en el lugar de los más desprotegidos y profesa la palabra de Cristo. Denuncia desde la institución eclesiástica la desigualdad social y al sistema capitalista que excluye a miles de personas (se puede leer la misa completa del Cardenal Bergoglio en internet).
En la sociedad en que vivimos estamos expuestos permanentemente al consumo. El sistema capitalista, en este sentido, estableció una delicada maquinaria que funciona maravillosamente. No obstante, la sociedad capitalista, y sus políticas de libre mercado generan una profunda desigualdad entre sus habitantes. Este sistema, que pareciera ser democrático, y debería ser tal, con todo lo que implica la palabra demo-cracia, no contempla a cierto sector social dejándolo completamente fuera de dicho sistema.
Aquí Bergoglio plantea la idea de capitalismo como una religión que instaura un modelo de sociedad individualista, la sociedad del “sálvese quien pueda”. La religión del mercado se desentiende del otro, no le importa la gente, profesa que cada uno tiene que pensar en sí mismo. El Cardenal afirma que esta religión de sesgo mercantilista construye sus principios y valores en la sociedad de mercado, teniendo como principal hábito al consumo. Sus teólogos, los economistas liberales, profesan el consumo exacerbado. Los Centros comerciales funcionan como templos donde se exhibe una infinita galería de vanidades: el dinero sería su divinidad máxima. Podemos entender, entonces, que la religión del libre mercado está basada en una ideología política, y tratando de demostrar, cómo, el cristianismo y la política van de la mano para desnaturalizar la desigualdad social y trabajar en sentido contrario.
Para finalizar me gustaría dejar expuesto que el rol del sacerdote tiene una fuerte implicancia social. El libre mercado, entendido como una religión que propone el individualismo y el consumo, empuja – al “Volquete Existencial”- a gran parte de la población a vivir en la miseria y a perder la dignidad. Jorge Bergoglio entendía que, en su rol, debía tomar partido y ponerse del lado del pueblo para luchar y lograr su liberación.
“Volquetes existenciales”
“…es nuestra carne la que está en juego, es nuestra carne la que se vende,
la misma carne que tenés vos, que tengo yo está en venta…”
Jorge Bergoglio
