17 DE OCTUBRE: LAS PATAS EN LA FUENTE

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“Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros  y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río” Raúl Scalabrini Ortiz

Por Martín Aleandro

La radio valvular Magestic que estaba sobre la mesa de trabajo dio el anuncio preliminar con una voz latosa: “LRA radio del Estado, juntamente con la red argentina de radio difusión, trasmite la síntesis noticiosa oficial del día de hoy: ha sido rechazado un recurso de habeas corpus interpuesto en favor del Coronel Perón, que sigue detenido en la isla Martín García…”. El sol tibio en ese medio día entraba por los altos ventanales del taller de forma oblicua. Una espesa nube de polvo y aserrín flotaba impávida en el aire espeso. La noticia se hundió a plomo como una cuchilla. Los obreros se miraron entre sí: una sensación de congoja y bronca se apoderaba rápidamente de ellos. Las herramientas cayeron en huelga de sus manos y algunos se arrancaron el delantal y lo dejaron sobre la mesa. Por la calle se escuchaba el bullicio de enormes columnas de trabajadores, que, en ropa de fajina, caminaban agitados hacia el centro de la ciudad. Por las arterias menores y las avenidas principales desfilaban rostros cobrizos, torsos robustos de brazos torneados al calor de la fábrica. Con paso firme canturreaban y vociferaban la misma canción. Unidos en el pensamiento y en el sacrificio se decían: “la lucha es una sola, es estómago vacío, colchón de madera, frío sin fuego… no podemos seguir discutiendo sin hacer nada…”.          

El 13 de octubre el Coronel Juan Domingo Perón había sido arrestado y destituido de su puesto de vicepresidente de la Nación, Secretario de Guerra, y Secretario de Trabajo y Previsión. Como antecedente, Perón había promovido los derechos de los trabajadores desde la Secretaría de Trabajo, esto implicó un cambio decisivo para las masas de trabajadores. Un decálogo de nuevos derechos sociales ponía a la luz, visibilizaba a un sector social que hasta entonces luchaba por ser reconocido. Derecho al trabajo, a una justa distribución, a la capacitación, a condiciones dignas de trabajo y de vida, a la salud, al bienestar, a la seguridad social, a la protección de la familia, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses profesionales. Todo estaba en riesgo, sin Perón en su puesto nadie podía garantizar lo ganado.

La muchedumbre avanzaba entusiasmada, miles arribaban por Avenida de Mayo, por Balcarce y por la Diagonal. Se juntaban columnas que venían desde los Talleres de Chacarita, Villa Crespo, Berisso, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas, Gerli, Avellaneda, Lomas de Zamora. Fraternos al mismo grito iban el peón de campo de Cañuelas (que viajó en tren o en camión por la ruta 205 que en aquel entonces seguía la traza del ferrocarril), el empleado de comercio, el tornero de precisión, el fundidor, el tejedor, el mecánico y la cocinera…de todas partes llegaron con la misma proclama: liberar a su líder.  

Con las patas en la fuente para refrescar el intenso calor de la jornada se vieron, se abrazaron, se entendieron como fuerza. La plaza comenzaba a latir a un solo ritmo. Esa tarde del 17 de octubre de 1945 nacía la participación popular en la vida política argentina. Crecía desde el pie a plena luz del día. Nacía el peronismo al fragor de las masas.

Un año después Juan Domingo Perón fue elegido Presidente de la Nación dando vuelta la página de la Década infame.